
"El fueguino sabe de sacrificio, cuando se trata de lidiar con su clima. El kayakista sabrá esperar, que el espíritu fueguino apacigue, su necesidad de correr y gritar para evacuar tanta energía...
La península Brecknock podría ser considerada el lugar más hinóspito y expuesto de este viaje.La zona más abatida, barrida constantemente por vientos impresionantes del Pacífico. Donde todo es piedra recortada irregularmente, un magistral trabajo del mar y el viento, fantásticos orfebres ancestrales...
Donde esperan, en un lugar no confortable pero que contradictoriamente llena el alma con otra luz... Esperan que el viento amaine, y torne navegable las aguas que por estas horas no invitan a la navegación. Esto se vive de otra manera, mas allá de toda descripción. Esto se disfruta, aún cuando se es castigado. Esto puede parecerse a lo que llaman aventura, la aventura de lo incierto, que en la era del milenio empuja al hombre en el tiempo hacia atrás, a cultivar la misma paciencia que tenía el indígena, como si el tiempo se hubiera detenido...aquí no habrá privilegiados.
La aventura de no controlar, de dejarle las respuestas a Tierra del Fuego. En el aislamiento buscado, lejos de todo, cerca del kayak, que es el hogar. En el húmedo campamento junto a los compañeros, el kayakista sabrá esperar...
Como siempre... en una suerte de ritual, humilde y paciente, por la famosa ventana de buen tiempo, cuando el espíritu indómito fueguino se relaje..."
Monica Aramburu
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